Carta a las tres veces que te he escrito
- Oliva Conde
- 12 dic 2023
- 2 Min. de lectura
Hoy te he echado de menos.
Aunque no sé si ese es el término correcto. Quizás sólo me he acordado de ti.
He pensado en ti como se piensa en las flores en el mes de diciembre. Como se acuerda una del pasado cuando lo comenta en un café con amigas. Como un guante sobre el rocío, impregnándome de una esencia que no recuerdo muy bien cuándo se fue. Como si fuéramos algo en un lugar en el que sólo hay pasado.
Me acuerdo de ti y me dueles, te pienso y se me apaga una vela en el medio del alma. Aunque si te soy del todo sincera, siento fuera de talla esta comparación, porque a la hora de la verdad nunca te sentí dentro. Si te soy del todo sincera, fuiste aquel ácido que se te quema en el alma cuando intentas morder un amor sin despedirte del todo del otro. Aquella noche, ese ácido me empapó la cara y la cama. Sé que lo sentiste porque era más grande que nosotros, que la habitación en la que dormimos.
Hoy te pienso desde otro lugar. Desde el tuyo, desde la misma cama en la que te despediste de mi con una promesa que los dos pensamos que llegarías a cumplir. Llegaste como el viento en otoño y te despedí como a la nieve, como a aquello que siempre queda mejor en la cabeza, que te hiela las manos cada vez que lo tocas.
Te escribí aquella tarde, cuando entendí que había sido una teoría más para la norma, cuando entendí a la persona a la que odiaste antes de conocerme a mí. Cuando entendí que jugué a esconderme sin decirte que tenías que encontrarme. Que te dejé sobre la cama como quien deja una chaqueta para que se seque después de la lluvia que lo empapó todo. Que hay otro lado en cada historia, que ese es en el que estoy yo. Que importa el como, el momento y el lugar y que, quizás, si hubieran sido otros, hoy no serías un número en la lista. Un contacto a eliminar, un chat sin foto. Una foto sin cara porque apenas la recuerdo.
A decir verdad aquella noche todo se veía de otra manera. Me sentí fuerte, más yo. No es algo que se haya ido contigo, pero aún así te echo de menos. Te echo de menos porque me cuesta mucho encontrar nuevos destinatarios para mis cartas, y aquí estoy: escribiéndote a ti y a aquella noche en vela.
De las tres veces que te he escrito, solo lo has leído la primera. No necesitas saber qué se quedó para mí en la segunda, y esta queda como testigo de una tercera. Sé que a la tercera va la vencida, y en esta espero arrojar un poco de luz a una historia que empezó por el final, por las confesiones a oscuras en un lugar de dudosa fiabilidad y por los besos. Que terminó por separarnos en una tarde de agosto, exactamente en el momento en el que me di cuenta de que aquello no iba para ningún lugar.
Comments