Carta a las oportunidades
- Oliva Conde
- 17 may 2023
- 2 Min. de lectura
Hoy no vengo a escribirte una carta, vengo a dejarte un recuerdo como si fuera un regalo, el pensamiento que me vino a la cabeza anoche cuando volvía a casa con un par de horas de retraso y una Dulce condena sonando en mi móvil por Los Rodríguez.
Anoche estuve pensando en la energía que rodea a los sentimientos. En esas veces que se ve a leguas cómo late un corazón. En las oportunidades que merece el amor.
Nada en la vida tiene paciencia infinita, y el amor algunas veces tiene la mecha muy corta. Nos han metido con calzador ideas de todo tipo sobre lo que se debe aguantar de una persona que se supone que te quiere y sobre el esfuerzo, cuando en realidad al fin y al cabo las relaciones aguantan lo que aguanta un corazón.
Ayer vi dos corazones que no aguantaron lo mismo. Latían a la vez, pero no se veían. Seguramente ambos pensaran en todas esas ideas que en algún momento habrán leído en twitter sobre cómo funciona el amor. Seguramente los dos hayan tenido muchas dudas y los dos hayan tenido las cosas muy claras. Y probablemente ambos hayan visto un cabo suelto en todo aquello.
El sentimiento muchas veces aguanta más tiempo del que dura el corazón esperando. Muchas veces es la razón la que dicta la lógica para modelar el sentimiento, para avivarlo o para intentar matarlo. Por miedo, la razón sobreprotege, y por desesperación, muchas veces la razón abandona. Es difícil regir lo que se siente, y más complicado aún mantenerlo en el tiempo.
En cuestión de oportunidades, parece haber varias reglas sobre cómo tratar los corazones cuando se hieren. Cada corazón merece una, cada corazón tiene un hueco en el mundo, un tiempo bajo el cielo y una oportunidad para dejarlo todo por los suelos. Si le hieres no tendrás otra oportunidad. Segundas partes nunca fueron buenas, o al menos no consiguieron desligarse de los lastres de las primeras.
Todos merecemos una oportunidad y el amor es una fuerza debilitada, un cielo cubierto por los miedos y los traumas del pasado. Una ilusión que nos hace creer en el perdón y en el aprendizaje pero que a menudo, por mucho que nos gustaría pensar lo contrario, no admite fallos en el proceso.
Con amor,
Oliva.
mi niña sabe idiomas, pero su favorito es el de la verdad 🫂